Nacemos en relación y vivimos en relación, por ello es imposible entendernos sin tener en cuenta el contexto que nos rodea.
Una de mis bases formativas es el Modelo Sistémico-Relacional, donde la Terapia Familiar tiene como objetivo mejorar las relaciones entre todos los miembros de la familia.
La familia tiene una función protectora y de pertenencia en la que se va creciendo y en la que se conforma la identidad personal, se aprenden formas de relación y de estar en el mundo. A través de la evolución familiar se van atravesando crisis que, en ocasiones, desestructuran el sistema familiar y dificultan la comunicación y el crecimiento de sus miembros.
Los síntomas, físicos y/o emocionales, de un miembro de la familia son el reflejo de un conflicto o una dificultad en la comunicación y relación de dicha familia. Por eso, la Terapia Familiar busca promover el desarrollo de todos los integrantes del sistema familiar, y modificar pautas de relación generadoras de sufrimiento.
Para la perspectiva sistémica el comportamiento y estado de uno de los componentes de la familia no puede entenderse separadamente del sistema, influyendo el sistema en cada individuo y viceversa. La familia es un sistema abierto, receptor de información proveniente del medio, viéndose afectada por el entorno e intercambiando información con él de cara a poder adaptarse y subsistir. Cada uno de los miembros se ve, pues, afectado por el medio.
Desde el modelo sistémico no se pretende modificar directamente la conducta problemática, sino a cambiar las dinámicas familiares y el patrón que la provoca, facilita o le da utilidad o sentido. Se provoca una mejora y potenciación de las dinámicas familiares positivas y de las fortalezas tanto del sistema como de cada uno de sus componentes.
Algunos de los aspectos claves de la terapia familiar sistémica son los procesos de comunicación (en el que se trabajan estilos comunicativos incongruentes a nivel analógico (comunicación no verbal) o digital (comunicación verbal), la afectividad y emoción expresadas o la presencia de rigidez), la asignación de roles y la necesidad de cambio de éstos, la estructura clara o difusa de la familia y los límites entre las personas que pueden permitir o cohibir el proceso de creación de una identidad propia y autónoma, la negociación en los conflictos o el establecimiento de relaciones de poder entre los miembros de la familia.
La Terapia Familiar está indicada en los problemas que surgen con: